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Alátunse-ilu y el bienestar de su pueblo



Cuenta un relato de Ifa que en un tiempo, un hombre llamado Alátunse-ilu (persona interesada por el bienestar de su pueblo) se preocupaba y sufría por su pueblo.

En un momento dado Alátunse-ilu tenía una carga demasiado pesada y muchas interrogantes en su corazón a las cuales no encontraba contestación.


Un día fue por adivinación, donde se le indicó que se preparara para un largo viaje con nueces de kola y tartas de frijol. Alátunse-ilu regreso a su casa, se baño con un polvo encantado y cayó en un sueño profundo mediante el cuál lo visitó Alá (entre sus significados está: sueño, visión y manto blanco de la buena reputación).

En el sueño, Alá, se lo lleva de la mano en una travesía. En el camino se topó con Eshu transfigurado en un sacerdote de bosque para probar el corazón de Alátunse-ilu y este le preguntó “¿Qué buscas?, a lo cual respondió “el camino correcto hacia la luz” .

Eshu le indica pues sigue este camino en el bosque, contrario a lo estipulado por Eshu, Alátunse se guio por su Orí y Alá , tomando el camino contrario.

Más adelante, se vuelve a topar con Eshu transfigurado en un sacerdote de agua, saliendo este de un río, le preguntó “¿Qué buscas?, lo cual respondió “el camino correcto hacia la luz”. Nuevamente Eshu le indica que debería cruzar el río y encontrar un terreno cultivado y que ahí encontraría lo que buscaba. Alátunse-ilu caminó algún tiempo y dejándose llevar por Orí y Alá decidió cambiar su rumbo a un punto donde la tierra y el cielo se unían por la claridad.


Después de varios días caminando llegó al lugar indicado por su Orí, partió una nuez de Kola para alimentarse cuando de repente aparece Eshu nuevamente transfigurado en un sacerdote de fuego y este le preguntó “¿Qué buscas?, a lo cual respondió “el camino correcto hacia la luz”.

Eshu le responde “por el camino que tienes a la izquierda encontrarás lo que buscas”. Nuevamente dejándose llevar por Orí y Alá, decidió caminar por el camino opuesto hasta llegar a un Valle con una montaña en cuya base había un palma de Ikín. Alátunse-ilu llegó a la base de la palma y se sentó para descanzar y comer. Una vez más, Eshu transfigurado en sacerdote de aire, le preguntó “¿Qué buscas?, a lo cual respondió “el camino correcto hacia la luz”.

Eshu le dijo que tomara el camino que lo alejaba de la montaña y que ahi encontraría lo que buscaba. Alátunse-ilu comenzo a caminar pero guiado por Orí y Alá sintió un brisa que le provocó una sensación de que ese era el lugar que buscaba.


Nuevamente se sentó cerca de la palma de Ikín donde residía una piedra blanca, sacó sus ofrendas y prendió un fuego para calentarse en la noche. Mientras tanto Alá lo observaba en la distancia. De momento en la cima de la montaña se vieron 16 luces bajando en su dirección. Sin saberlo, al sentarse en la piedra blanca dió la señal que daría fín a su busqueda.

Las 16 luces eran transportadas por 16 ancianos. Cuando llegaron a la base de la montaña rodearon a Alátunse-ilu de forma circular, se sentaron y enterraron las antorchas a su lado. Desde la palma de Ikín apareció otra antorcha con un anciano que se sentó frente a él y le dijo “Yo soy el sabio que habla desde la casa de la sabiduría y el conocimiento”.

Con la voz del anciano, Alátunse-ilu comenzó a sentir ecuanimidad y tranquilidad. El anciano le preguntó “¿Quién eres?, a lo cual respondió “un hombre común que busca el bienestar de su pueblo y he llegado aquí en busca de ese secreto”.

El anciano le responde “ese secreto está en ti, en tu destino, yo fuí testigo de tus pedidos. Solo tienes que dejar que se manifiesten desde tu interior, de la misma forma que interpretastes los deseos de tu Orí y no guiarte por los consejos de los falsos sacerdotes.

Es por eso que, continuo el anciano, que todo hombre debe escuchar la voz de su corazón, porque este es la morada donde habita la Verdad; esa voz, es la voz de Olodumare que se revela en cada hombre”.

Alátunse-ilu agradecido le da su comida al anciano preguntando “¿Eso es todo lo que tengo que hacer, escuchar mi voz? El anciano golpea su bara de autoridad y uno a uno los ancianos tomaron sus ofrendas ofreciendo unas palabras antes de partir:


“La bondad llegó del Cielo y se convirtió en miel para endulzar mis labios”.

“Una ofensa es la falta de un jóven a un anciano. Yo venero mis ancestros porque soy su continuidad”.

“El plomo no se pudre, ni el bronce se oxida; como el Ikín de Ifa nunca miente”.

“Se honesto; el éxito te seguirá. Se honesto; el éxito te acompañará hasta el final de tus días”.

“La fidelidad mantiene la posición, quien come de dos manos, la pierde”.

Agradecer es la ley de mi vida. Aquel que come granos cocinados, deberá preocuparse por quien los cosechó”.

“Si escuchas tu voz interna, perseverarás. Si escuchas tu voz interna, te prolongarás”.

“No te desanimes; no desanimes a Ifa. Hay un futuro. Hay esperanza”.

“Capturar peces con una red requiere de mucha paciencia. La busqueda honesta de dinero, también requiere de mucha paciencia”.

“La valentía no asusta, reconforta. El hombre sabio encuentra el valor necesario para enfrentar el temor”.

“La verdad y la mentira discutieron. La verdad se irguió ante efímera mentira”.

“A los ojos del creador todos somos iguales. Quien desea ser superior y diferente a los demás, se convierte en arrogante”.

“Yo elegí andar cauteloso. Eso hizo de mi un hombre prudente”.

“Una persona inteligente no se detiene a contar la arena de un
desierto. El sabio venera a la sabiduría tal como el zorro practica la caza”.

“El hombre avaro suma a lo que ya tiene, y en su afán de atesorar, pierde su fortuna”.

“El que elabora seis tortas de frijoles y sólo se come dos, comparte el resto con los necesitados”.

Una vez escuchado los consejos de los 16 ancianos, el anciano a su lado le indica, “escuchastes los consejos de los 16 reyes de Ifa, aunque debes escuchar los restante 240 odus, hijos de los cuales han hablado hoy para tí, pero tu corazón sabrá en que momento tendrás que escucharlos y te guiará para alcanzar tus propósitos.

Y concluyó:


“El nacimiento de una persona marca el comienzo de su prosperidad.
Esa persona se educará, trabajará, aprenderá encarar su destino,
y garantizará su continuidad legando lo mejor de sí.

Finalmente morirá, el día que estaba pactado para morir.
Esta es la escencia de la vida”.


El anciano apagó su atorcha y desapareció. Alá entonces tomó a Alátunse-ilu y lo llevó de regreso a su casa para que él despertara y se abriera a la sabiduría.

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