ORULA ESTABA MUY POBRE
Cuentan que en una oportunidad Orula sólo tenía unos centavos en el bolsillo y no le alcanzaba ni para darle de comer a sus hijos.
Compró unos ekó que repartió entre los muchachos y salió de la casa comiéndose uno y caminando lentamente, tan lento como su tristeza.
Ya cerca del árbol que había escogido para suicidarse, el sabio tiró al piso las hojas que envolvían el dulce que se había comido.
Colgó una soga de las ramas del árbol y entonces oyó que un pájaro le decía:
–Orula, mira qué sucedió con las hojas que envolvían el ekó.
El hombre volvió el rostro y pudo ver que otro babalawo se estaba comiendo los restos del dulce que permanecían adheridos a la envoltura que él botara al piso.
–Y sin embargo –agregó el pájaro–, no ha pensado quitarse la vida.
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