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Creación de la tierra 




Todas las cosas que Olofí había creado, eran aun de el dominio de los Orisas que Vivian en el cielo, en su mundo, la humanidad todavía no había sido creada.


Bajó el cielo estaba el dominio de las aguas, y esto pertenecía al poderoso Orisá Olokun.

Era una región oscura monótona, y desprovista de cualquier tipo de vida. Ninguno de los Orisas cuidaba las tenebrosas profundidades abajo, y hacían todo lo posible para ignorarlas.

Todos vivían felizmente en el claro reino de el cielo, y no pensaban en Olokun y las aguas debajo de ellos, a excepción de Obatalá, quien, siendo el dueño de la mente y el pensamiento, tenia en cuenta todo. Y le molesto que no hubiera vida en los dominios de Olokun.

Finalmente decidió hacer algo al respecto, Por consiguiente hizo una visita a Olofí y le explico sus puntos de vista.

Olofí inmediatamente estuvo de acuerdo en que el mundo de Olokun seria mejorado considerablemente con cosas vivientes, y le dijo a Obatalá que hablara con Orunla acerca de el problema.


Orunla esta a cargo de todos los secretos de la existencia. Es la personificación de la sabiduría. Pude descubrir la respuesta a cualquier problema por medio de las dieciséis nueces de cola.

Cuando Obatalá se e presento con el problema de poblar los dominios de Olokun, Orunla tomo sus implementos de adivinación y se propuso encontrar la respuesta.

Después de pasar considerable tiempo consultando el oráculo, le dijo a Obatalá que lo que deseaba requería de una cadena de oro, una concha d caracol llena de arena, una gallina blanca, u gato negro y una nuez de palma.


Obatalá tenia idea de para que era la cadena , pero ignoraba el propósito de las otras cosas. Sin embargo, debido a que iplicitamente confiaba en la sabiduría de Orunla, reunió todos los objetos y emprendió su auto impuesta odisea.


Obatalá había tomado prestado mucho oro de los Orisas para hacer la cadena, pero cuando el orfebre en quien el proyecto se le presento con ella terminada, fue claro que nunca alcanzaría la superficie de las aguas.

Sin embargo debido a que el era testarudo y resuelto, no estaba dispuesto a abandonar sus planes, así es que aseguro un extremo de la cadena en uno de los pilares de su casa y la dejó caer hacia el reino de Olokun.

Por unos segundos estuvo suspendido encima de el abismo, y luego empezó el largo descenso con valeroso arrojo.

Bien arriba , parado junto a la casa de Obatalá, Orunla observaba en silencio mientras su amigo se acercaba a los dominios de Olokun.

Por fin Obatalá llego a el extremo de la cadena y vio que como había previsto, esta no alcanzaba el agua, se colgó en la oscuridad por unos minutos, agarrado a la cadena porque sabia que no era inmortal como Omo Obá. Si se soltaba se hundiría bajo las aguas y luego se ahogaría.


Repentinamente, oyó la voz de Orunla que provenía de el cielo y le decía “ deja que la arena dentro de la concha de el caracol caiga al agua” amarrándose a la cadena con una mano, Obatalá metió la otra en la mochila y sacó la concha.

Con los dedos inestables, la inclinó hacia el agua y dejó que cayera la arena. De nuevo oyó la voz de Orunla “ Ahora libera la gallina” Obedientemente, Obatalá sacó la gallina y la dejo caer sobre la arena . Inmediatamente el animal empezó a dispersar la arena en todas las direcciones.

Dondequiera que la arena tocaba el agua se convertía en tierra sólida. Pronto hubo una gran extensión de tierra seca sobre el agua , Y Obatalá se soltó de la cadena y cayo sobre suelo firme.


La nueva tierra creada por Obatalá con la ayuda de Orunla, se hizo conocida como la ciudad sagrada de Ile-Ifé y hasta hoy día es sagrada para Obatalá. La nuez de palma que el llevaba consigo fue plantada inmediatamente, y pronto se convirtió en una palma grande y umbrosa.

El gato fue proveído por Orunla para que acompañara a Obatalá hasta que la ciudad de Ile-Ifé fuera poblada con otra vida.

Poco después de el descenso de Obatalá desde el cielo, los otros Orisás se sintieron curiosos acerca de la nueva tierra, y uno tras otro bajaron a visitar a Obatalá.


Luego de un tiempo muchos de ellos regresaron a el cielo, pero el Ile-Ifé se quedaron los suficientes para darle ala ciudad el comienzo de la población que necesitaba.

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