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Oraculo del Obbi

Oráculo de Biagué es el nombre que recibe el sistema de adivinar mediante el uso de cuatro pedazos de coco. Según la historia de este oráculo fue un awó (adivino), llamado Biagué, quien creó tal sistema de adivinación, habiendo transmitido más tarde dicho secreto a su hijo Adiátoto. Esta es la causa de que cuando se procede a moyugbar para registrar con coco (Obi), se deba invocar a Biagué y a Adiátoto, pidiendo su permiso.

En la Regla de Osha el coco es objeto de adoración, tiene poder mágico, por lo que se le atribuye un importante valor ritual.
Es usado como ofrenda para todos los Orishas y Eggún. Este oráculo es recurrido con frecuencia por los Sacerdotes de este credo, quienes le atribuyen eficacia y veracidad, además de constituir un método práctico para comunicarse con las deidades y espíritus.

 La importancia de este método consiste en que el Orisha habla de manera precisa, diciendo si o no, a lo que se le pregunta, esto es lo que hace que se distinga, en gran medida, del oráculo de los caracoles.

 Quien conoce con detenimiento este método puede incluso llegar a prescindir del Diloggún.

 Es un oráculo más personal y privado; si con los caracoles es imprescindible la intervención de un Oriate que interprete los oddún y nos dé Igbó para dilucidar las cuestiones que preguntamos, con el coco este aspecto se anula y somos nosotros mismos los que intervenimos de una forma directa en la comunicación con el Orisha.

 Con el coco, se les pregunta con­tinuamente a los Eggún y a los Orishas, dónde desean que se les lleven los ebbó, si están satisfechos del sacrificio que han re­cibido, si en el curso de algún trabajo se ha omitido algún deta­lle o se ha cometido algún error, si una vez realizado el trabajo, éste será eficaz...

 El coco es el sistema más elemental de que dispone un Santero para obtener rápidamente respuesta de un Orisha, el cual contesta afirmativa o negativamente a todas sus interrogaciones.

 Por lo general, se trata con el santo un solo asunto.

El coco habla solamente con cinco palabras, que son las posiciones que pueden adoptar los cuatro pedazos de coco al caer al suelo.

El dueño del coco es Obatalá, que es además dueño de la ca­beza, del cerebro, del esqueleto, de cada uno de los huesos y de todo cuanto hay de blanco en el organismo.

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